Grotescos márgenes de esta ciudad,
centros sin norte de humanidad,
de infecta guerra son fértil cultivar:
¡derruidos suburbios, temblad!
La inflamación se abre paso a otras articulaciones con más movilidad. La rodilla, el tobillo o el talón de Aquiles; hombro, codo, muñeca o los dedos de las manos son susceptibles de inflamarse. Tu cuerpo reacciona llenando la articulación de líquido para paliar el dolor. A cambio de presión interna, a veces insoportable, y disminución de movilidad, a veces total.
No sólo se complica el caminar, también levantarte desde el suelo o desde una simple silla, levantar una botella, lavarte el pelo. Lo cotidiano pasa a ser excepcional. La intimidad, compartida. Te ves en la tesitura de elegir si descansar y no poder reemprender camino o seguir aguantando el dolor para no detenerte por un tiempo desconocido.
La solución natural es un arma de doble filo. A cambio de una pequeña disminución del dolor sometes las articulaciones a un desgaste más rápido del habitual. Si no consigues parar la inflamación, el desgaste puede acabar destrozando la articulación y provocando un reemplazo temprano.
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