Hacia un arcoíris descolorido
Lanzo mis dedos amortajados
Que como garfios desfigurados
Codician tan sólo la seda de un lirio.
Tus médicos intentan librarte de tan cruel condena. Te facilitan herramientas que tienen disponibles. Pruebas con medicación, con ejercicio, con fisioterapia, con reposo, con cualquier cosa que te pueda sacar de tu bucle de sufrimiento.
Cada intento es una nueva ilusión. Pero el efecto no siempre es suficiente. Lo comentas con tus médicos y te suben el nivel. Más nivel de farmacia, más ilusión, más riesgo, más duro si fracasa porque ves cómo se agotan las opciones
La confianza total en los profesionales que te llevan no te hace perder la esperanza. Abrir la cadena se convierte en un reto compartido. Ellos siguen investigando y tú probando cada nueva herramienta, cada nuevo fármaco biológico de última generación.
A cada nuevo intento la ilusión se atenúa, aplastada por el peso de los fracasos anteriores. En tu interior atruenan los recuerdos de las fallidas tentativas anteriores. Esperanza, ilusión y tenacidad en contraposición a pérdidas de eficacia, intolerancias, efectos secundarios. Una terrible lucha interna por mantener la esperanza de conseguir de nuevo la libertad. Una libertad que asumes como incompleta, por las cicatrices que el proceso te ha generado. Una libertad que sabes es un oasis, cuando no un espejismo, en tu desierto de dolor, donde llegarás a descansar un tiempo antes de comenzar de nuevo tu camino.