Como a tanta gente en nuestro país, la pandemia del COVID-19 ha trastocado momentáneamente los planes que teníamos para masalladeldolor. Reuniones con asociaciones, exposiciones, fotos pendientes para completar el proyecto o la estrategia de las redes sociales han sufrido un parón obligatorio por las medidas que estamos tomando para intentar decelerar la expansión del virus.
Es una emoción curiosa la que te asalta cuando, en las llamadas con tus amigos y familiares, te preguntan cómo estás llevando la situación y el confinamiento en casa. Un cierto estupor cuando tienes que explicar algo que suponías obvio para la gente que te conoce: para ti y tu entorno familiar cercano esta situación no supone un gran cambio. Aunque pueda parecer una exageración, pero una de las pocas ventajas que tiene ser un cascao es que estás entrenado para una situación como esta.
En nuestro caso el día a día ha cambiado muy poco. Reducir nuestras salidas diarias no es tan frustrante cuando éstas no llegan a más de tres manzanas a la redonda una o dos veces al día. O ninguna. Encontrar quehaceres en casa no es problema cuando tu vida ya está organizada así en un gran porcentaje de su tiempo.
Tampoco es una novedad ser un paciente de riesgo para el contagio de enfermedades como el COVID-19. Ya somos pacientes de riesgo todos los inviernos con la gripe y otros virus invernales debido a la inmunosupresión de nuestros tratamientos. Conocemos las precauciones y pasos a dar en caso de que tengamos síntomas graves, nos lo recuerdan cada año nuestros médicos a la vez que nos recomiendan de nuevo vacunarnos.
Ni tan siquiera la dificultad en el diagnóstico la falta de tratamiento para la enfermedad nos supone algo nuevo con lo que enfrentarnos. No hay tratamiento como no lo hay para muchas otras. Algo con lo que tenemos que lidiar en nuestro día a día desde hace tiempo: en nuestro caso no hay tratamiento que nos devuelva a la normalidad de nuestra vida anterior.
Sorprende la cantidad de archivos que te llegan al teléfono con trucos y manuales psicológicos para que niños y mayores puedan conllevar estas semanas de encierro en casa. Contrasta con la dificultad de nuestro colectivo para conseguir este apoyo tan necesario y que los afectados en muchas ocasiones sólo lo podemos conseguir en asociaciones de pacientes o de forma privada.
Viendo continuamente las muestras de apoyo y todos los videos que circular por las redes sociales y los medios de comunicación con el #quedateencasa, los mensajes de que “el esfuerzo merece la pena” te sitúa delante de un espejo en el que es doloroso mirarte. Tu forma de vida para otros es un encierro, una situación desagradable que no debe mantenerse en el tiempo. Aunque para nosotros no lo sea ahora, sabes que tienen razón. Te obliga a recordar cuando para ti también era algo extraño y molesto. Cuando empezaste a cancelar planes porque tu estado de salud no alcanzaba. Como, con el tiempo, te viste metido en tu casa sin necesidad de un Real Decreto te obligase.
Con la situación asumida, nos resulta inevitable pensar si esta cuarentena conseguirá hacer a nuestra sociedad mejor. Más empática hacia la gente con discapacidad, al dotarla de la capacidad de comprender lo que supone vivir encerrado en con unas limitaciones que te han sido impuestos en contra de tu voluntad. Nos gustaría creer que se asumirá de manera real el valor de la salud, más allá de eslóganes y memes, y por tanto de la sanidad pública como pilar esencial de una sociedad justa y moderna, alejándonos de modelos basados en el “sálvese quien pueda”.
Nos preguntamos como el Dr. Lantigua en este hilo si todos estos sentimientos de comprensión, de ayuda mutua, de respeto por la labor de los sanitarios esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia o nos servirán para sacar el enorme beneficio de convertirnos en una sociedad más empática con el débil y valorar en su justa medida lo que cada colectivo aporta a la sociedad más allá de modas y tendencias. Si continuaremos exigiendo que se invierta en investigación con la misma intensidad que lo hacemos en estos momentos, en los que nos apremia la necesidad de conseguir una medicina que nos saque a todos del encierro.
Ojalá este confinamiento termine pronto y se pueda recuperar la normalidad en un plazo razonable de tiempo. Ojalá esto nos haga evolucionar hacía una sociedad mejor.