Llevábamos días esperando este momento. No por el número en sí, que es un simple número, hasta ridículo si lo comparas con los influencers o las celebrities que tienen cientos de miles. Es un símbolo de la repercusión que tiene nuestra obra en el entorno.

Estos números nos emocionaron desde el primer día. Al fin y al cabo, es lo que tenemos los técnicos, esa capacidad de abstraer una grafía y dotarla de un significado por encima del símbolo que te lleve a la emoción. Las visitas a la página los primeros días, el alcance de cada publicación, las reacciones de la gente, … está siendo muy bonito ver como se expande el proyecto. Sobre todo, porque es una expansión que ocurre porque la gente que lo ve lo comparte con otros, ya sea en sus redes sociales, en grupos, a sus amigos y eso es muy gratificante.

Por encima de todos estos números están los preciosos mensajes que algunas personas que se han acercado a la página por sus redes sociales nos han dejado. No solo felicitándonos por el proyecto, si no contándonos que se sentían identificados con las imágenes, y agradeciéndonos dar esta visión de la enfermedad tan poco habitual. Tanto los cercanos con quienes compartimos directamente la página, como desconocidos a través de Facebook, Twitter o Instagram que empezaron comentando casualmente y ahora se han vuelto asiduos a darnos su visión de cada foto que publicamos.

Cuando pensamos en hacer una publicación para celebrar los primeros 500 seguidores, los dos estábamos de acuerdo. Algo que pusiese en valor el proyecto con los apoyos que hemos recibido de algunos profesionales especialistas en nuestra patología, el grupo de Espondilitis de la Sociedad Española de Reumatología y asociaciones de pacientes como ConArtritis y AMDEA que nos han ayudado a difundirlo. Pero, fuese lo que fuese, los más importante es dar protagonismo a toda esa gente por la que hemos hecho este proyecto. Lo que más nos gusta de este proyecto es su capacidad de provocar emociones, de remover conciencias, de sacudir ese velo que tapa lo que sentimos algunos afectados para que lo pueda ver todo el mundo. Eso que en nuestro argot interno llamamos “llegar a la patata”. Y no hay mejor muestra que lo hemos conseguido que esos mensajes que nos han regalado, que han llegado a nuestra patata y, en más de una ocasión, nos la han partido a la mitad.

Carmen grabando audios

Carmen grabando audios para el vídeo

La necesidad de los múltiples protagonistas nos llevó a elegir un vídeo como medio de comunicación. Vuelta a la vorágine creativa, a la exigencia de calidad, de emotividad, revuelo de ideas, decenas de ediciones hasta que nos hemos quedado a gusto con nuestro pequeño homenaje a todas esas personas que se han tomado el tiempo de compartir sus pensamientos con nosotros. Habría que retrasarlo a los 1.000 seguidores, pero eso era lo de menos. De nuevo implicamos a gente importantísima para nosotros. La voz de la pequeña Carmen, tan exigente como nosotros, dando una dulzura extra a las imágenes. La ayuda de Kike con los audios, nuestros testadores más cercanos. Esto no sería lo mismo si no contásemos con estas colaboraciones altruistas que salen sin pedirlas: “- Kike, Tengo un problema para limpiar unos audios, ¿sabes cómo podría hacerlo? – Mándamelos, que yo te lo hago.” Son detalles, imperceptibles para los demás, que quedan para nosotros. Pequeños pedazos de nuestros seres queridos salpicando todo el proyecto.

Hoy, con los cuatro dígitos alcanzados publicamos el vídeo. Esperemos volver a llegar a la patata de alguno, con todo nuestro cariño.